Cómo escribir sin agobios depende de ti

«Me gusta escribir, pero no sé sobre qué».

Quizás alguna vez se te he pasado por la cabeza este pensamiento. No te preocupes, no eres la primera ni serás la última persona a la que le pasa.

Hay mucha gente que, aunque le gusta escribir, abandona antes de ni siquiera intentarlo a causa de esa autofrustración a la que se rinden sin luchar.

En alguna ocasión algunos amigos y familiares me han preguntado cómo empecé en esto de la escritura y me han pedido que les aconseje cómo podrían empezar a escribir sin agobios.

Es algo sencillo a la vez que complicado.

La escritura puede aportarte grandes satisfacciones, con independencia de si algún día publicarás algún libro o no, aunque también es cierto que conlleva un poco de sacrificio. Como dice el refrán, quien algo quiere, algo le cuesta.

Te traigo a continuación unas pautas que, estoy seguro, te ayudarán a cómo empezar a escribir sin agobios:

1. Escribe lo que te haga feliz.

2. Disfruta escribiendo acerca de lo que te motive o guste.

3. Encuentra tu nicho, esto es, el tema sobre el escribirás: thriller, policíaca, histórica, fantástica, romántica, terror… Hay muchísimos temas dentro de la narrativa sobre los que decantarte.

4. Escribe para ti, sobre lo que tú quieras, sobre lo que te gustaría leer en un libro, no sobre lo que creas que a la gente le gustaría que escribieras. Si no te decides por ninguno de los temas que he citado en el punto anterior, sino que prefieres escribir, por ejemplo, sobre tus experiencias o tu estado de ánimo en un momento determinado, bien está.

5. En el caso de que te decidas a escribir un libro, ten siempre presente que debe ser un producto que muestre lo mejor de ti. No tiene que ser perfecto (nadie lo somos), ni aspires de buenas a primeras en que se convierta a un bestseller.

6. Encuentra en lo que apoyarte o te motive para escribir. La motivación es primordial, el primer paso para disfrutar de la escritura. Por ejemplo, una música de fondo puede ayudarte a hallar esa predisposición para escribir sin agobios.

7. Relacionado con lo anterior, busca y/o crea tu atmósfera de escritura: momento del día, espacio en el que escribes, alguna planta o amuleto de buena suerte…, de manera que te sientas a gusto contigo mismo/a y con lo que estás haciendo.

8. Procura tener disciplina y constancia. El hábito se genera con la práctica reiterada de una actividad, todos los días y, a ser posible, a la misma hora. Si escribes, por ejemplo, hoy y no lo vuelves a hacer hasta al cabo de una semana o —peor aún— un mes, será como si empezaras desde cero cada vez.

9. Márcate objetivos, al principio sin grandes ambiciones, sino de menos a más, de manera que percibas tu propio progreso, lo que incentivará la motivación y el gusto por escribir. Los primeros días es muy posible que no llegues a escribir dos mil palabras en una sesión. No pasa nada. Con el tiempo lo más probable es que llegues a alcanzar las cinco mil. Así y todo, si un día escribes, por ejemplo, mil palabras y al siguiente solamente doscientas, no te desmoralices. Todos tenemos días buenos y días malos. Seguramente en la siguiente sesión escribas quinientas, mil o incluso mil quinientas o más. La sequía de una jornada se verá recompensada con la productividad de otra. Es muy reconfortante, te lo garantizo.

10. No fuerces tu proceso de escritura. Sí, aunque pueda parecer que entro en contradicción con lo que te he comentado en los dos puntos anteriores, la rutina es muy traicionera, y lo sé por experiencia. Si bien es recomendable adquirir el hábito a la hora de escribir, a ser posible todos los días, de vez en cuando conviene desconectar, cambiar de aires para no caer en el hastío, que es la antesala al abandono porque el subconsciente, tantas veces conspirador, nos bombardea con la idea de que lo que creíamos que era nuestra afición se ha convertido en algo tedioso y repetitivo. Ese pensamiento es muy desmotivador. No te dejes vencer por él. Si un día no te apetece escribir, no lo hagas.

Este «decálogo» no es mío. Me lo ha enseñado la experiencia y, con franqueza, me ha sido muy útil en las varias ocasiones en que me he sentido tentado a dejar de lado la escritura.

De hecho, confieso que durante unos cuantos años la dejé aparcada en lo más profundo de un cajón polvoriento de los estantes de mi memoria.

Sin embargo —y recurro de nuevo al refranero—, quien la sigue, la consigue. Retomé mi afición y no me arrepiento de ello.

De todos modos, si crees que no está hecho para ti, hay otros que es posible que sí que lo sean.

Para terminar, si me lo permites, ahí va un último consejo.

Respeta tus propios tiempos y recuerda: carpe diem, quam minimum credula postero («abraza el día y confía lo mínimo en el futuro»), como dijo el poeta romano Horacio (Odas, 1. 11).

Como ya te comenté en la primera entrada de este blog, «¿Qué escribes?» y «¿Por qué novela histórica?», yo escribo porque me gusta, porque es una mis principales aficiones. Me permite en cierto sentido vivir dos vidas, entre la realidad y la ficción. Y al mismo tiempo me siento vivo, disfruto del momento presente.

Puede llegar a ser un viaje apasionante que te atrape por completo.

¿Y tú? ¿Qué aficiones te hacen sentir vivo? ¿Conoces otro método sobre cómo escribir sin agobios? Te leo en los comentarios.

Un buen espacio y estar en paz con uno mismo son las claves de cómo escribir sin agobios.

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