Son las dos preguntas que me hace casi todo el mundo cuando les digo que soy escritor.
Recreo una conversación cualquiera. Hechas las presentaciones, viene el tema de los hobbies (yo prefiero el término «aficiones»):
«—¿Y qué hobbies tienes?
»—Pues soy escritor.
»—Ah, ¿sí? ¿Qué escribes?
»—Novela histórica.
»—¿Por qué?
»—Porque me gusta escribir y, además, me encanta la Historia».
Y lo digo bien orgulloso. Lo que opinen los demás al respecto me da exactamente igual. De un tiempo a esta parte hay muchos aficionados a correr —ellos se autodenominan runners—, o a ir al gimnasio dos o tres veces a la semana, o a pescar, o a lo que sea. Me parece muy bien. Yo no los juzgo. ¿Por qué hay personas que a mí sí cuando digo que me gusta escribir novela histórica? Ni lo sé ni me importa.
Por qué novela histórica
Escribir novelas históricas me permite comunicarme con mucha gente, llegar a más personas de las que puedo alcanzar en mi ámbito cotidiano; escribir historias ambientadas en tiempos de Roma, además, me facilita mi tarea como divulgador de la civilización occidental más deslumbrante, desarrollada y maravillosa de la Historia.
Escribir novela histórica es mi afición.
Según el Diccionario de la Real Academia Española, en su primera acepción, una afición es una «Inclinación o atracción que se siente hacia un objeto o una actividad que gustan». Hay una cuarta que en el contexto en el que estamos, según creo, la define muchísimo mejor:
Actividad que se realiza habitualmente y por gusto en ratos de ocio.
Es bueno tener una afición, sea cual sea. Nos ayuda a desconectar del frenesí diario al que nos aboca la vida actual, a descansar del estrés del trabajo, incluso puede ser muy útil para relajarnos. Todo eso es lo que me aporta la escritura y, también, la lectura.
Si tienes una afición, no tengas miedo. Foméntala, cultívala, dedícale el tiempo libre que tengas si de verdad te aporta cosas positivas, te relaja, te hace sentirte mejor contigo mismo o misma, te enriquece y te ayuda a ser mejor persona.
Y si alguna vez crees que no sirves para ello y el agobio se apodera de tu voluntad y te paraliza los miembros y la razón, échale un vistazo a lo que te cuento aquí.
Con honestidad, creo que no tener aficiones debe de ser lo más aburrido del mundo.