
Las mujeres en la antigua Roma tuvieron su rol y sus derechos según su estatus social y su posición dentro de la familia, pero también debieron afrontar una serie de desafíos y limitaciones en comparación con los hombres. Vamos a explorar algunos aspectos de su día a día.
La vida de las mujeres romanas
Según el historiador romano Tito Livio: «La mujer es el alma de la familia romana».
El papel de las mujeres romanas variaba según su estatus social. De las matronas patricias se esperaba que se encargaran de la gestión del hogar y de la crianza de los hijos. Un claro ejemplo es el de Cornelia, hija de Escipión Africano y madre de los Graco. Ha pasado a la historia por su exquisita educación, su virtud y su influencia en la política de su tiempo (siglo II a. J. C.).
Al quedarse viuda, se volcó por completo en la educación de sus hijos Tiberio y Cayo Sempronio Graco. Llegó incluso a rehusar la propuesta de matrimonio del rey Ptolomeo VII de Egipto. A su muerte, se le erigió una estatua de bronce en el Foro Romano, un honor que pocas mujeres en la historia de Roma alcanzaron.
En cambio, las mujeres de las clases más bajas, hacinadas en ínsulas, tenían menos autonomía. Por lo general estaban sujetas a las decisiones de los hombres de la familia casi por completo.

Derechos legales y sociales
Las mujeres romanas tenían ciertos derechos legales, como el de poseer propiedades, realizar transacciones comerciales y hacer testamentos. Con todo, se las consideraba menores de edad permanentes, como si fueran niños. Su capacidad legal estaba limitada por la autoridad primero del padre, después del marido y, si enviudaba, de su hijo varón primogénito.
Además, tenían prohibido participar en la vida política y su acceso a la educación era mucho más restringido en comparación con los hombres. Se limitaba a saber leer y escribir, tejer y tocar algún instrumento musical en el caso de las clases altas. La inmensa mayoría, sin embargo, apenas sabía leer y escribir como mucho.

Otra gran diferencia entre mujeres y hombres la encontramos en le legislación. La Lex Iulia de Adulteriis Coercendis del año 18 a. J. C. penalizaba el adulterio femenino, pero no el masculino. Se consideraba adulterio el hecho de que una mujer mantuviera relaciones sexuales con un hombre fuera del matrimonio, a no ser que fuera prostituta.
Y hecha la ley, hecha la trampa. Pronto dejó de tener efecto práctico porque numerosas mujeres patricias y de clases altas se declararon prostitutas. Fue su forma de desobediencia civil como respuesta a que se les impedía elegir libremente a sus maridos. No se les podía aplicar la Lex Iulia de Adulteriis Coercendis porque la prostitución —¡oh, sorpresa!— era legal y estaba regularizada en la antigua Roma.
Desafíos y resistencia
El filósofo y político romano Cicerón escribió: «La mujer debe estar en casa». Las mujeres en la antigua Roma tenían más libertad que en la Atenas clásica. Así y todo, sufrían la violencia doméstica y la falta de acceso a la educación.
La mayoría estaba sometida a limitaciones significativas impuestas por las expectativas de género de la sociedad patriarcal. La que se revelaba contra el sistema era vilipendiada, como Clodia Pulcra. Según Suetonio, fue criticada por su activismo político, lo que refleja la resistencia hacia las mujeres que desafiaban las normas de género establecidas.
Aun así, había existía la excepción que confirmaba la regla: el colegio de las Vestales, sacerdotisas consagradas a la Vesta, diosa del hogar. Gozaban de varios privilegios sociales y jurídicos con la única condición de que se mantuvieran vírgenes durante sus 30 años de servicio. Lo dicho, un caso excepcional.
Conclusión
Hemos visto los roles y derechos de las mujeres en la antigua Roma y visto los desafíos a los que tuvieron que hacer frente como las mujeres de hoy. Más de dos mil años después, su legado sigue siendo relevante en la sociedad contemporánea. Figuras como la emperatriz Livia (esposa de Augusto), Agripina la Menor (madre de Nerón) y Julia Domna (esposa del emperador Septimio Severo) demostraron el poder y la influencia de las mujeres en la historia romana e inspiraron a otras a romper con las barreras impuestas por la sociedad patriarcal. Hoy en día, continúan inspirando a las mujeres en la lucha por la igualdad de género y el empoderamiento. Como señala la historiadora Mary Beard:
«Las mujeres romanas no eran simplemente esposas, madres y amantes, sino individuos con sus propias vidas y aspiraciones».
